Lo primero que hubo que hacer fue bajar la aplicaciĂłn de Uber e inscribir una tarjeta de crĂ©dito. Un gran acto de confianza por estos dĂas de cibercrimen organizado. Pero lo hice porque era Uber. Cosa que no habrĂa hecho con un portal de taxis. A lo mejor son prejuicios. Pero digamos que la imagen de los taxistas extraditados no son el mejor antecedente para el gremio. Por fortuna, varios congresistas no le siguieron la cuerda a Navarro Wolff de ponerse a manejar taxi porque ahĂ sĂ se disparaban los paseos millonarios.
A las 6:10 p.m. se dio la señal de en sus marcas, listo, ya y puse la direcciĂłn de SoHo. A los 15 segundos recibĂ la confirmaciĂłn de que en cinco minutos llegarĂa el carro. "Pida agua que en Uber regalan agua", me dijeron algunos periodistas mientras me paraba de la silla y corrĂa hacia el ascensor. Me despedĂ de Eduardo con una sonrisa maliciosa, pues en el fondo sabĂa que esa diferencia de tiempo en la salida me darĂa una gran ventaja. Pero el tráfico en Bogotá es una dimensiĂłn desconocida y cualquier cosa puede pasar. MirĂ© el celular y vi cĂłmo la imagen del carro en el mapa se estacionaba enfrente de la revista. Eran las 6:14 p.m. Un minuto menos de lo presupuestado. El ascensor se demorĂł en llegar más que el Uber. Cuando lleguĂ© al primer piso, me esperaba un Renault Duster blanco cuyas placas correspondĂan al pantallazo de la aplicaciĂłn. La foto del conductor tambiĂ©n le hacĂa justicia.
—¿Al fin esto lo van a acabar, es ilegal o quĂ© va a pasar?
—Nadie sabe. Por lo pronto yo sigo trabajando. Hasta que se pueda.
—¿Y es verdad que la policĂa los está parando por ser de Uber?
—A mĂ nunca me han parado. Pero sĂ he oĂdo que lo están haciendo. En todo caso, yo tengo el carnĂ© de la empresa de seguros donde trabajo por si cualquier cosa. Es más, tengo otro carnĂ© para los pasajeros que dice que son invitados especiales de la compañĂa de seguros.
HabrĂa sido emocionante que nos pararan, aunque fatal para el tiempo de la contrarreloj. Tomamos la carrera 11 hacia el sur para bajar por la calle 63, voltear por la carrera 50 en la glorieta hasta la avenida 26 y de ahĂ derecho a El Dorado. Una ruta segura, estándar, sin complicaciones. El tráfico estaba pesado, pero los asientos de cuero me relajaban y los vidrios polarizados apenas dejaban ver las lucecitas de los carros que brillaban en la noche. Ninguna señorita repetĂa como lora "calle 138 carrera 56, calle 138 carrera 56", ni habĂa locutores gritando y riĂ©ndose en programas de radio a todo volumen. Si no fuera porque me tocaba hacer esta entrevista, me echaba un motoso. Solo faltaba mi botellita de agua para que todo fuera perfecto.
—¿SerĂa tan amable de regalarme una botellita de agua?
—No, lo siento pero ya no estamos regalando agua. Como las botellas venĂan con una etiqueta de Uber, tocĂł dejar de ofrecerlas porque si nos para la policĂa ahĂ sĂ quedamos pillados. Tengo chicles.
—No, gracias. DĂgame, ¿esto de Uber sĂ es buen negocio?
—A mĂ me dan el 80 % del producido. Me consignan cada semana. Menos el 20 con el que se queda Uber. Pero como trabajo como carro particular, las cuentas son otras.
—Es decir, más plata. ¿Pero usted quĂ© cree? ¿Que definitivamente trabajar en Uber es mejor negocio que un taxi?
—Depende. Muchos taxistas además de lo que se hacen tienen sus clientes. De hecho, yo tambiĂ©n tengo un taxi que no manejo. Le tengo un conductor. Y me da para ir pagándolo.
—¡Ah, no! O sea que usted es de los taxistas que están de acuerdo con Uber.
—Es que el taxi tiene sus ventajas frente a Uber. SĂ, hay que pagar un cupo caro. Pero usted lo puede inscribir en distintas aplicaciones. Puede tenerlo con radiotelĂ©fono. Puede meterlo a trabajar en un hotel. Lo trabaja todo el dĂa, no solamente en horas pico, que es cuando básicamente lo llaman a uno. Puede arreglar tarifas con el pasajero. Mientras en Uber hay que cobrar lo que diga la carrera, en un taxi usted puede decir no lo llevo por menos de tanto. Y además el taxista puede recoger pasajeros donde quiera.
Vea aquĂ el video de UBER Vs un taxi en hora pico
—Y llevarlos donde quiera. O mejor, no llevarlos donde ellos quieran. O no llevarlos. Pero a ustedes sĂ les toca llevarlos al destino que soliciten, asĂ sea un borracho pesado.
—En Uber hay que llevar al pasajero a donde Ă©l diga. La otra vez se me montĂł un tipo que estaba muy, muy borracho. Obviamente pasĂł lo que tenĂa que pasar. TerminĂł vomitándose dentro del carro. Yo lo que hice fue tomar la foto y la enviĂ© a Uber. Al tipo le pasaron la cuenta de la lavada del carro a la tarjeta de crĂ©dito.
* tenga en cuenta que: uber le preguntará si está dispuesto a pagar más cuando la demanda de usuarios es muy alta.